Tema de la semana: Lluvia
Hay una cosa que me molesta demasiado cuando llueve: se empañan mis lentes y no puedo ver bien. Pero si traigo gorra nada puede ser mejor para una caminata vespertina.
Sentir el agua correr por el cuello y fundirse con uno es una de las satisfacciones que da la naturaleza, de esos regalos que da la vida sin pedir nada a cambio.
Hay lluvias que recuerdo demasiado. Tenía seis o siete años y nadaba en una alberca al aire libre. Disfrutaba el que empezara a llover, me sumergía y veía las miles de gotas que se estrellaban con la superficie del agua.
Desde abajo el efecto es maravilloso, como un bombardeo donde nadie sale herido. El agua regresando al agua.
También recuerdo caminar por Reforma, saliendo de la escuela, tomarla de la mano y correr mientras nos mojamos, llegar a un toldo de un restaurante y besarnos.
Jugar beisbol y sentir un chipi chipi que hacía todo más difícil, la tierra se mojaba y despedía un aroma que hoy extraño (y así jugábamos, siempre y cuando no comenzarán a verse truenos, era entonces cuando paraban el juego, por temor a una descarga).
La lluvia también me transporta a Villa Clara, donde --de la nada-- caía un chubasco que parecía inundaría la isla. Sólo cinco minutos después, la lluvia había terminado y el sol iluminaba el horizonte.
Ojalá hoy llueva.
1 comentario:
El caminar bajo la lluvia, escuchando música es uno de los grandes placeres en mi vida.
Poder aspirar el olor a tierra mojada, mientras el frescor me golpea la cara me da una paz mental incomparable y ayuda a aclarar mis pensamientos hasta concluir que, después de todo, las cosas siempre saldrán bien.
También ya quiero que llueva.
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