Pues por mucho que me guste mi oficio tengo que reconocer que es un poco ingrato a veces, razón por la cual el jueves no me encontraba en condiciones de parlotear, como se debe, de uno de los temas más apasionantes de mi vida.
El deporte pasa por todas las facetas de mi personalidad.
- Mis recuerdos de infancia, cuando tenía apenas 6 años y mi padre me llevaba a los partidos de Cóndores o Pumas en CU. Y más adelante cuando pude correr en la legendaria pista de tartán
- Mis sufrimientos absurdos e incomprensibles cuando pierde mi equipo o eliminan a la selección. Si llego a llorar en esos casos y ¡qué!
- Mi salud física y mental. Con decir que el gastroenterólogo dijo que el único remedio contra mi colitis nerviosa es ir al gimnasio y reventar balonazos en una cancha de volley ball
- Mis ratos de convivencia con amigos, familia y marido. ¿Cuántas parejas conocen que festejen su aniversario con una apuesta en el estadio?
- Mi momento de frustración cuando dije que iba a trabajar en deportes y un “querido pariente” me dijo que no tenía futuro en eso
- Y hoy, una de las partes favoritas de mi trabajo, que no sé ni cómo me hizo hundirme hasta el cuello en un equipo de automovilismo que ya es hasta como mi familia (no que no la hacía primo!!!)
Por todo lo anterior me molestan terriblemente cosas como banalizar la práctica deportiva y considerarla una pérdida de tiempo o desvío de recursos, o la hermosa teoría de que deportes como el futbol y el automovilismo son para hombres, asumiendo que por ser mujer una no puede entenderlos. Imagínense la cantidad de pelitos que me he aventado al respecto.
Pero creo que sobre todo me molestan los villamelones. Esos que de un día para otro son fanáticos y expertos, que se sienten con la autoridad de opinar, criticar, destrozar, despepitar, pero que nunca han sentido de verdad el nudo en el estómago o la explosión de adrenalina de un gol, un remate, un saque as, una canasta de tres puntos en el último segundo, el tercer out de la novena entrada, un rebase o una bandera a cuadros.
No sé si sólo dentro de una cancha se pueda vivir la auténtica emoción. Digo hay muchas de las cosas anteriores que nunca viví en carne propia pero que me arrancan un grito o una lágrima (para el tenis siempre fui pésima y no me han dejado manejar un auto en la pista). Pero sí estoy convencida de que no puedes entender, criticar, disfrutar o despedazar los deportes si no has practicado al menos uno de ellos.
Así que esos exquisitos que hoy critican según para donde sople el viento, primero rómpanse una pata, dejen un cacho de piel en el tartán, traguen arcillan o reciban un furioso remate en mitad de la boca. Entonces se vale hablar.
Triste caso, cuando a esos sujetos la vida les ha puesto una pluma en la mano o un micrófono en la boca y entonces, creen que además tienen la autoridad para formar opinión.
Pero bueno, luego me andan regañando por parlotear de más, pero pos la neta de deportes puedo hablar todo el día, ¡toda la vida!
Pa’ terminar, arriba el Monterrey y nos vemos el 12 de abril en Aguascalientes con el #20 de Nascar México…
2 comentarios:
Déjalos! Los villamelones se esfuerzan por mostrarse apasionados...ojalá algún día sientan la pasión verdaderamente
y porque no me llevan a aguascalientes?????
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