viernes, 27 de marzo de 2009

Déjenlos en paz

Tema: Deportes

Creo, ciegamente, que el deporte consigue la reivindicación de la raza humana. Luego de ver las cosas monstruosas de las que son capaces los humanos, el deporte es lo que los salvará.

Estoy ligado a los deportes desde antes de nacer. Nunca he estado separado. No podría imaginar mi vida sin ellos. Tengo la oportunidad de que hasta en mi trabajo, sigo en deportes.

Es por ello que me molesta demasiado como, los aficionados, tratan al deporte. No lo tratan como el deporte a ellos. Y hay un tema en particular que me molesta demasiado, y esa es la cacería que se realiza sobre los deportistas que solo hacen lo que les exigimos.

En los años recientes los aficionados les hemos exigido de más a las estrellas. Queremos que sean más fuertes, que salten más alto, que metan más jonrones, que diario hagan una gran atrapada.

La calidad la tienen, y pueden hacerlo. Pero los huesos y los músculos no resistirían el hacerlo, a ese nivel, diario.

Queremos que ese receptor de la NFL, todos los juegos, nos regale esa gran atrapada. Queremos que ese jugador corra de segunda a home; que el jardinero salte y robe el jonrón.

Exigimos que hagan el Tour de Francia en menor tiempo. Nadie, en condiciones normales, podría pedalear tantos kilómetros a ese ritmo. El desgaste de un tenista es brutal. Avión, calificación, cinco partidos de más de tres horas, avión, otro torneo.

Y es entonces cuando necesitan tomar esa sustancia que les evite el morir. Y lo hacen. Y juegan. Y nos cumplen los caprichos. Y saltan más alto. Y corren más rápido. Y terminan el Tour sin morir en la montaña. Y hacen la recepción del pase de touch down. Y nos enteramos de que hicieron “trampa”. Y los quemamos en leña verde.

Lectores, la sustancia no les da el talento, ni la habilidad, ni el orgullo, ni el amor propio... con eso se nace… La sustancia solo les permite jugar diario, el estar listos para que nos regalen la magia que Dios les dio por nacimiento.

Un home run no se pega por fortaleza (sólo quien ha jugado lo sabe). Una sustancia no te hace que le pegues al balón de tres dedos, haga chanfle y se clave en la portería. Eso solo evita las lesiones, para que, nosotros que exigimos el máximo desempeño diario, podamos disfrutar.

Ya basta de crucificar a quien toma sustancias que nosotros les exigimos que tomen. Si queremos que dejen de tomarlas, entendamos que pasarán cuatro meses en recuperación de esa lesión, en lugar de un mes.

No nos molestemos si no pueden jugar diario y necesitan estar en la banca dos veces a la semana para descansar. No les exijamos que no se cansen.

Disfrutemos las jugadas que nos regalan, y sobre todo, seamos coherentes.

2 comentarios:

beautiful_loser dijo...

Si no lo he dicho antes, creo que es el momento de decirlo... Eres grande chaparro (por muy contradictorio que eso pueda sonar)... soy una neofita del deporte, una aficionada de fin de semana, una mortal cualquiera... este ha sido por mucho mi ruta favorita, con mi chofi de confianza.

Muy merecido: clap clap clap!

aerodi dijo...

super artículo! en mi opinión creo que puede dar lugar a mucha polémica.

El ser humano tiene una necesidad enorme de destacar y algunos afortunados nacieron con algún defecto/mutación/diferencia que les permite reaccionar más rápido, correr velozmente, ser más altos (no es mi caso) y encuentran en el deporte la manera de ganar aceptación y de paso algunos se hacen de muy buen dinero. Creo que las exigencias se las ponen ellos mismos. El cuerpo aguanta mientras la mente quiera y si alguna sustancia ayuda, los deportistas la seguiran consumiedo.

En mi opinión todos somos culpables, la máquina televisiva que junta sus ingresos del año en un partido, la ciudad que endeuda varias generaciones por tener unos juegos olímpicos, nuestra propia inseguridad o culpabilidad por estar obesos las que nos hace apropiarnos de los triunfos ajenos , los padres que cubren sus propias carencias y fracasos y las reflejan en sus hijos.

No justifiquemos a nadie, ni a nosotros mismos. Disfrutemos de la lucha, la entrega, la maravilla mecánica que es el cuerpo humano y coincidiendo con McCoy, seamos coherentes.