He escuchado cualquier cantidad de versiones y opiniones sobre la crisis. He visto gente azotarse contra las paredes y gente resignándose a que es una más.
Por alguna razón, tengo clarísimo el recuerdo de aquella terrible devaluación del ’94, vaya no del hecho en sí (creo que ese, toda una generación lo tenemos) sino del momento en que se dio a conocer la noticia. Estaba con mi familia de vacaciones en Mérida, mis papás, mi hermano y yo estábamos todavía cada quien colgado en su hamaca amaneciendo. Un par de días después mi hermano volaba a Houston a comprar todo el equipo para abrir su estudio de grabación. Se imaginarán su reacción cuando supo que los ahorros que tenía se reducían directamente a la mitad.
No sé si por necedad o por no tener un plan B, igual se fue, compró el equipo y abrió su estudio. Tenía 20 años y estaba decidiendo empezar su vida profesional, justo en medio de la peor crisis en la memoria de México. La verdad es que le resulto bastante bien, claro que le costó un poco más de trabajo pero al día de hoy sigue viendo los buenos frutos de ese aciago inicio.
Ahora, como si el sujeto persiguiera las crisis (o al revés) se le ocurre irse a vivir a Miami e iniciar un negocio allá cuando la debacle financiera se gesta en ese país. Cuando le dije que estaba loco o que le gusta eso de vivir emociones fuertes me respondió: para los chinos “crisis” es lo mismo que “oportunidad”. Eso sí, con una convicción que estoy segura que otra vez le saldrán bien los planes.
Supongo que eso de que “las crisis son una oportunidad” lo hemos escuchado todos mil veces en los últimos meses. El secreto está en creerlo y ponerse a actuar en consecuencia.
Por cuestiones laborales me ha tocado seguir, analizar y desmenuzar esta crisis por muchos ángulos. Incluso jugarle a las proyecciones hacia los próximos meses y sigo pensando que el resultado en buena medida es una cuestión de actitud.
Vi hace poco una entrevista realizada en el programa “Mujeres en el Risco” a Enrique Campos donde le preguntaban si la gente debía dejar de gastar y guardar hasta el último centavo. Su respuesta, la más inteligente que he escuchado fue: que cada quien evalúe su situación personal. Si ves que tu empresa está estable, que tu trabajo no corre riesgo y que tu círculo cercano no se ha visto directamente afectado, sigue haciendo tu vida como hasta hoy. Quizá no sea momento de hacer una fuerte inversión (y reitero… quizá) pero tampoco de guardar el dinero bajo el colchón. Su razonamiento era el siguiente, si una persona deja de comer en un restaurante una vez a la semana tal vez no sea grave. Si un millón de personas dejan de comer en un restaurante una vez a la semana ese restaurante va a quebrar. De ahí se desprende una cadena de falta de liquidez, desempleo, etc.
Y entonces me recordó a quien dijo que la raíz de las crisis es el miedo…
Para rematar (y tratar de dejar claro mi punto) les dejo esto que recientemente me mandaron de Gabriel García Márquez cuando decía “Algo muy grave va a sucederle a este pueblo”. Creo que expone muy bien el punto… y que sería absurdo ponerme a tratar de interpretar a un maestro.
Y pos como esta corrida se nos puso trascendental… a darle al cilindro que si no ¡capaz que la crisis nos rebasa por la derecha!
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