Tema: Confiésome padre...
Sabía que lo que hacía traería problemas, pero no le importó. Se dejó llevar a sus labios y a su pecho. Se enredó entre sus brazos y sus cabellos. Sintió placer, demasiado.
Sin embargo, en su mente se venían las comparaciones inevitables. Los labios eran casi iguales. Incluso, a veces, besaban de la misma forma. Las uñas en su espalda parecían una repetición de lo vivido unas semanas atrás.
Lo peor, la respiración y los quejidos, eran idénticos. Cerró los ojos y se dejó llevar. Finalmente, era el peligro de estar con hermanas.
Pensó que con tres Padres Nuestros y un Ave María todo quedaría en el pasado, olvidado… mejor aún: perdonado.
--No hijo, no es tan fácil… se escuchó en el obscuro confesionario. Yo podría darte esa pequeña penitencia, pero no sería lo justo.
--Estoy arrepentido…
--Tu penitencia será más grande… hasta que Dios no te perdone… no estarás tranquilo…
Pero como confía en que Dios perdona todo, es fácil encontrarlo --cada semana-- en el confesionario... siempre en espera de una nueva penitencia.
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