En lo que trataba de encontrar una forma decente de abordar el tema del amor y la amistad y todo ese extraño cuento que ya satura desde puestos de revista hasta los altos y cruceros, recordé de una tierra lejana que tiene un día de la amistad, que no es el mismo que el tan mentado y re gastado 14 de febrero o Día del amor y la amistad (o Valentin, como le llaman los regios, tan orgullosos de sus raíces aspiracionales a ser gringos… no todos, pero sí una mayoría)… lo que me dejaba con la incógnita nunca respondida de si el 14 de febrero se queda sólo en festejo comercial del amor.
El lugar en cuestión: La Argentina. Y es que haciendo memoria de experiencias alrededor de estos días o de esta clase de festividades, nunca olvidaré la primera vez que me enteré del “día del amigo”.
Para alguien como su seguro servidor, hombre de volante con experiencia en rutas exóticas, con tolerancia cero al automovilista y un humor políticamente incorrecto a flor de piel todo el tiempo, es difícil pensar en un “día” más estúpidamente cursi, rayando en lo innecesariamente patético y casi gay (regalo, beso y abrazo de amigos y amigas, todo incluído, en ese orden). ¿No podemos celebrar tener amigos cualquier otro día simplemente invitándolos a comer o viéndonos y diciéndoles?
El 20 de julio (en Argentina y Paraguay) se celebra el día del amigo, y es la fecha en la que llegas a tu oficina y te topas con chocolates, post its, dulces y demás objetos por parte de tus apenas conocidos compañeros de trabajo o incipientes amistades, todo acompañado de una efusividad general, auténtica, sincera, casi patológica, viral… como del fin del mundo.
Sólo me tocó vivir un “día del amigo”. No me tocó vivir allá el “14 de febrero”, que tras la experiencia antes descrita, me daba miedo pudiera ser un frenesí salido de control que obligara a la gente a no dejar de besarse y decirse “queridahermosiisimaachiquismuquisgurruministibis” tanto como les fuera posible.
Si el día del amigo fue intenso y TODOS lo festejaban y organizaban comidas, cenas y salidas al “boliche” (bar), yo no quería estar cerca cuando el 14 de febrero azotara con su mercantilismo salvaje y su marketing cabalgante el “día del amor”; y despertar un día escuchando marchas y desfiles de amor y enamorados tomando la casa rosada o la plaza de mayo a punta de gritos y consignas como “Che, te amo… casate conmigo y salgamos de la Argentina” o “ya no queremos realidades, queremos promesas… de amor” o incluso algún despistado con una pancarta que dijera “Cristina y Néstor, la pareja más bonita del universo… son ree-lindos”.
No lo viví. Pero lo imaginé. En fin.
La intención de la ruta del día de hoy era hacerles pasar un martes no tan meloso. Amigable cual cobrador que se acerca al fondo del micro a llevarte tu cambio.
Finalmente, mucho se habla de este día, y saturados con la onda de los globitos rojos y los corazones, de los amantes y los novios de formula simplificada que se pelean por reservar en un restaurante para cenar ESE día juntos, dejamos de lado que según esto también es un día pa’ los amigos.
Que si en verdad son amigos, no nos harán celebrar ni hacer nada este día. Y sabrán que cualquier 22 de noviembre o 16 de mayo puede ser tan buen día como cualquier otro para decirles: son la neta. Me cae.