sábado, 11 de abril de 2009

Un buen oficio


Tema de la semana: Trabajo

Manejar del sur de la ciudadmasgrandeybelladelmundo a Aguascalientes en cuatro horas y 20 minutos para llegar a mi trabajo demuestra el amor que le tengo.

Este viernes fue lo que hice. Y no es para menos. Para mí, el oficio con el cual me gano la vida cuando no estoy detrás del volante del micro, es algo tan habitual y placentero como comer.

No importan las horas de entrada ni las de salida… si pasaré un día fuera de casa o 10 meses fuera del país. Si hay que manejar cientos de kilómetros o volar por días.

Simplemente no entiendo a aquellos que lloran por no ver a su familia por estar trabajando. Me dan ganas de golpearlos, decirles que no sean mariquitas y que se comporten como hombres, que están ahí para ganar los ameros con los que su familia come, y que si no les gusta, pues que renuncien y se vayan a casa.

No quiere decir que no los recuerde… lo hago, pero entiendo que el trabajo, al menos el que escogí, es sagrado.

Una vez desperté en una habitación de hotel sumamente sobresaltado. Mi compañero de cuarto y de profesión se dio cuenta y me preguntó qué tenía.

-- ¿Dónde estamos?

-- En el cuarto, ¿estás bien?

-- Ya sé que en el cuarto y es un Hilton, todos son iguales, y ya sé que estamos de gira, pero ¿qué ciudad es? ¿qué carrera es?

-- Chicago wey, es Chicago…

-- Gracias… creí que era Wisconsin…

-- No esa es la que sigue… mañana nos dicen si volamos directo o regresamos a cambiar maletas… ya duérmete wey…

Y me dormí, sin darle más importancia; él tampoco lo hizo. No le causó extrañeza… tal vez él lo había sufrido antes.

Ese es nuestro trabajo… y lo amamos. No sólo es el que escogí, sino el que traigo en la sangre… lo que sé hacer.

Así que me retiro, que me voy a la pista… sí, a “trabajar”.

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