Siempre he sido escéptica, así que cuando primero salieron las noticias el viernes me pareció que la banda andaba exagerando. Además la verdad es que a este país no le hace falta mucha mecha para prender los cohetes.
Pasé toda la mañana del viernes tratando de encontrar información relevante, confiable, fidedigna y nada… hasta las 3:00 de la tarde nuestras queridas autoridades salieron a explicar las cosas. Lo bueno fue que hablaron, lo malo que ya habían dado mucho tiempo para echar a volar la imaginación del mexicano.
A partir de ahí, la evolución de las cosas me ha llevado por todos los estados de ánimo.
Confieso que no me encerré desde el viernes, de hecho el fin de semana hice mi vida muy normal. El domingo por la tarde me notificaron que trabajaría desde casa toda la semana y lo primero que pensé fue “ya nos dejamos llevar por el pánico colectivo”.
Reconozco que al menos las autoridades corrigieron el camino y ahora nos han bombardeado con información.
Vino luego la etapa de la hipocondría, todos empezamos a tener síntomas variados. En lo personal sentía una extraña irritación en la garganta que fue in crecendo, me puse el termómetro y zaz 37.5, a partir de ahí cada hora y aquello aumentaba… oh por Dios pensaba yo!!! Ya me agarró la mano el puerco. Pasé la noche aguantando estoicamente por si aparecía otro síntoma, sin tomar ni media aspirina (no, ni Advil…). Entre otras cosas pensaba, si esto es influenza ni quien se vaya a parar a visitarme al hospital!!! Seguro me abandonan como perro.
Afortunadamente no apareció otro síntoma y todo quedó en una faringitis. Si claro, el afortunadamente valió un pepino cuando empezó el dolor, la fiebre, el no poder hablar ni tragar nada líquidos incluidos. Luego como además no era influenza pues a todo mundo le parecía irrelevante y yo en el lecho del dolor!
Así, pasamos la semana trabajando desde el encierro. Porque eso sí, no se trataba de paralizar al país y afortunadamente no sucedió. Ah! Claro, el lunes llevamos la ruta a Tlalnepantla… acá su chofi y mi navegante dijimos pos cual tráfico si hay influenza… y ahí nos tienen dos horas como idiotas parados en periférico.
Dos cosas en particular me han llamado la atención de este proceso:
- La velocidad del mexicano para inventar chistes y propagarlos… como ese de “qué le dijo México a…” perdón, lo escuché tantas veces que me duele repetirlo
- La imaginación para crear teorías conspiratorias, pensar mal y desconfiar en automático de cualquier información que venga de una fuente oficial.
Escuchamos desde que esto era una cortina de humo para distraer la atención de la aprobación de leyes, hasta que era una orden girada por Obama para reactivar la economía de los Estados Unidos, pasando por cualquier cosa intermedia. Me resulta admirable esa coordinación, no sólo para poner de acuerdo a organismos y gobiernos mundiales, sino sobre todo para alinear a los tres representantes políticos más antagónicos en nuestro país: Calderón, Peña Nieto y Ebrard ¿se habrán negociado la presidencia con tal de ponerse de acuerdo? Chale… no creo.
Como dirían por ahí, ¡un poquito de por favor!
Yo sólo tengo claro que esto es algo que un día le contaremos a nuestros hijos y nietos, que nos marcará como en su momento lo hizo el terremoto de 1985 y que tal vez, de eso no estoy segura, le de una dinámica diferente a nuestra vida diaria.
No sé cuanto tardemos en volver a nuestras vidas, sin tapabocas, chistes sobre los puercos, pánico de contagio, etc. Pero sé que sucederá, al final a todo se acostumbra uno y creo que hace falta mucho más que algunos estornudos para detener a esta maquinaria que se llama México.
Vamos si nuestros propios políticos no lo han logrado… pero esa ya es harina de otro costal.