jueves, 30 de abril de 2009

de puercos y estornudos

Qué quieren que les diga, estoy como quien dice up to the mother con este tema epidemiológico pandémico.

Siempre he sido escéptica, así que cuando primero salieron las noticias el viernes me pareció que la banda andaba exagerando. Además la verdad es que a este país no le hace falta mucha mecha para prender los cohetes.

Pasé toda la mañana del viernes tratando de encontrar información relevante, confiable, fidedigna y nada… hasta las 3:00 de la tarde nuestras queridas autoridades salieron a explicar las cosas. Lo bueno fue que hablaron, lo malo que ya habían dado mucho tiempo para echar a volar la imaginación del mexicano.

A partir de ahí, la evolución de las cosas me ha llevado por todos los estados de ánimo.

Confieso que no me encerré desde el viernes, de hecho el fin de semana hice mi vida muy normal. El domingo por la tarde me notificaron que trabajaría desde casa toda la semana y lo primero que pensé fue “ya nos dejamos llevar por el pánico colectivo”.

Reconozco que al menos las autoridades corrigieron el camino y ahora nos han bombardeado con información.

Vino luego la etapa de la hipocondría, todos empezamos a tener síntomas variados. En lo personal sentía una extraña irritación en la garganta que fue in crecendo, me puse el termómetro y zaz 37.5, a partir de ahí cada hora y aquello aumentaba… oh por Dios pensaba yo!!! Ya me agarró la mano el puerco. Pasé la noche aguantando estoicamente por si aparecía otro síntoma, sin tomar ni media aspirina (no, ni Advil…). Entre otras cosas pensaba, si esto es influenza ni quien se vaya a parar a visitarme al hospital!!! Seguro me abandonan como perro.

Afortunadamente no apareció otro síntoma y todo quedó en una faringitis. Si claro, el afortunadamente valió un pepino cuando empezó el dolor, la fiebre, el no poder hablar ni tragar nada líquidos incluidos. Luego como además no era influenza pues a todo mundo le parecía irrelevante y yo en el lecho del dolor!

Así, pasamos la semana trabajando desde el encierro. Porque eso sí, no se trataba de paralizar al país y afortunadamente no sucedió. Ah! Claro, el lunes llevamos la ruta a Tlalnepantla… acá su chofi y mi navegante dijimos pos cual tráfico si hay influenza… y ahí nos tienen dos horas como idiotas parados en periférico.

Dos cosas en particular me han llamado la atención de este proceso:

  1. La velocidad del mexicano para inventar chistes y propagarlos… como ese de “qué le dijo México a…” perdón, lo escuché tantas veces que me duele repetirlo
  2. La imaginación para crear teorías conspiratorias, pensar mal y desconfiar en automático de cualquier información que venga de una fuente oficial.

Escuchamos desde que esto era una cortina de humo para distraer la atención de la aprobación de leyes, hasta que era una orden girada por Obama para reactivar la economía de los Estados Unidos, pasando por cualquier cosa intermedia. Me resulta admirable esa coordinación, no sólo para poner de acuerdo a organismos y gobiernos mundiales, sino sobre todo para alinear a los tres representantes políticos más antagónicos en nuestro país: Calderón, Peña Nieto y Ebrard ¿se habrán negociado la presidencia con tal de ponerse de acuerdo? Chale… no creo.

Como dirían por ahí, ¡un poquito de por favor!

Yo sólo tengo claro que esto es algo que un día le contaremos a nuestros hijos y nietos, que nos marcará como en su momento lo hizo el terremoto de 1985 y que tal vez, de eso no estoy segura, le de una dinámica diferente a nuestra vida diaria.

No sé cuanto tardemos en volver a nuestras vidas, sin tapabocas, chistes sobre los puercos, pánico de contagio, etc. Pero sé que sucederá, al final a todo se acostumbra uno y creo que hace falta mucho más que algunos estornudos para detener a esta maquinaria que se llama México.

Vamos si nuestros propios políticos no lo han logrado… pero esa ya es harina de otro costal.

miércoles, 29 de abril de 2009

La influencia de la influenza.

Andábamos dándole a la ruta solitaria cuando nomás no se subía pasaje a esta unidad. A lo lejos de un camino solitario un hombre me hizo la parada y se subió todo presuroso que nomás me dijo:

- ¿Me das chance chofer?

Y yo todo sacado de pedo por la prisa que llevaba este gañán, ni tiempo me dio de contesrale ni que sí, ni que no, ni que yo no era el chofer de la unidad cuando ya estaba en pleno pasillo del microbús aventándose un tremendo speech dicharachero que dice más o menos así:

- Dama, damita, caballero, productos de alta calidad le vienen a poner a su disposición los nuevos cubrebocas que están de moda, de novedad, el bonito regalo para el niño, la niña, el viejito, la abuelita, para que la influenzia no lo agarre desprevenido. El costo promedio de este cubrebocas en farmacias y tiendas de prestigio ronda en los $7, pero mire en esta ocasión por oferta, por promoción se lleva 2 cubrebocas por unicamente $14 pesitos. Así es por sólo catorce pesitos se lleva dos cubrebocas importados de china que además le incluyen un resortito de alta resistencia para que se lo amarre y lo traiga puesto todo el día.

Y ya cuando acabó de aventarse todo su choro acá bien clavado, que se da color que estaba hablando con el aire.

- Chaaaaales, ¿y tu pasaje chofi?

- Pus nada, pus eso, o sea, pus no hay nadie carnal. ¿Tú no sabes qué transa con toda la bandera?

- ¡A cabrón!, ¿a poco ya se puso dura la cosa?

- ¡No pus qué pasóoooo, pus si hoy sí me desflemé!

- Noooooo chofi, ¿qué ya nos vamos a cabuliar?, ¿a poco no sabes?

- No pus que pasó.

- Pus es que a la gente que no usa cubreboca se están volviendo zombis por la influenzia.

-¡A chingá!, ¿y eso qué es?

- Pus quesque una gripa acá bien maciza que te pega reduro y te da fiebre y toda la cosa y luego quedas como zombi porque es retecontagiosa y ya está en la calle.

- ¡Ay cabrón!

- Sincho, quesque te da porque no te lavas las manos cuando comes puerco. Que según un guey se echó unos tacos de trompa en las carnitas afuera del metro San Cosme y que se puso bien loco. Y que por saludar de beso se les fue pasando a las personas.

- No pus sabes qué cabrón, ¡bájate de mi micro, no me vayas a contagiar!

- Aguanta vara chofi, 'ira si te pones uno de estos cubrebocas no te da. Ya dijeron en la tele que con que lo traigas puesto ya la hicistes.

- Pero no te lo voy a pagar, ¡que tal si ya me pegastes tu desa!

- No, no, así 'tamos chido. Nomás no me bajes así porque sí, que tal si me atacan los zombis de la influenzia.

- Pus ese es tu pedernal carnal. ¡Llégale!

Y ¡bolas! que le meto un patín para bajarlo del microbus, y no porque me fuera a pegar su enfermedad rara esa, sino por subirse así en chinga a mi microbus sin que le diera permiso. Este valedor iba corriendo atrás del micro gritándome.

- Chooooooofi, no seas así, me van a comer los zombis, déjame subiiiir. Me van a pegar su influenzia. Déjame subiiiir.

Y como no quería pelarlo que prendo el radio y que le subo a todo volumen. Y al parecer este pedo ya estaba reduro porque en el radio sonaba:


Y ya le estaba por meter pata cuando al horizonte vi salir como a 6 monos con tapabocas que bailaban como pitufos pachecos.

El desgarrador grito me sacó el pedo de mi vida:

- Chofiiiiiii, ¡son los zombis!, ¡ayúdame!

Y como vi que se acercaban los zombis, se me hizo el corazón de pollo y lo dejé entrar.

- Cámara, te dejo subir nomás porque me regalaste el deste. Pero a mí no se me van a poner zombis influenziosos en mi camino.

Ya ni la pensé, nomás metí el acelerador hasta el fondo y me fui sobres. La neta no sé a cuantos me llevé de corbata, ni me interesa. No por nada mi micro trae una calcomanía de esa peliculera que es "En chinga y encabronado".

¡Pum, pum, pum!, ¡uno tras otro!, ¡uno tras otro!, ¡ábranse piojos que ahí les va el peine! Las llantas rechinaban y sacaban humo a su paso muy cabrón, pero ni pedo, yo no me iba a volver zombi por la culpa de naiden.

Pus total que así me seguí hasta dejar a este carnal en una estación del metrobús donde ya había gente civilizada en las calles.

¿Qué pasará en el siguiente capítulo?, ¿se volverán zombis todos los pasajeros?, ¿seguirá rolando el microbús?, ¿por fin subirá de pasaje una chica sabrrrrrotzota con quien repoblar el mundo?... ¡No se pierda nuestro siguiente episodio del microbús! Más que un colectivo.

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El chalán de esta unidad aclara que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Él no escribe bajo la "influencia" de nada que cualquiera de ustedes no se meterían. Saludos.

viernes, 24 de abril de 2009

El Clásico

“Tú me enseñas beisbol y yo te enseño relatividad… no, no debemos. Tú aprenderas relatividad mucho más rápido de lo que yo aprendería beisbol”.

Albert Einstein en el viejo Yankee Stadium

Siempre que leo o escucho la palabra “clásico”, inmediatamente mi cerebro produce la imagen de un auto vintage, rojo con blanco, descapotable, tipo MG, de esos a los que se podría subir de un sólo brinco El Santo, en cualquiera de las películas donde salvaba al mundo mundial.

Cuando la escucho precedida por el artículo “él” pienso en una sola cosa: la Serie Mundial de Beisbol… sí, El Clásico de Otoño.

Y es que el deporte de las inteligencias ocupa mi cerebro. El Rey de los Deportes, ese que apasionaba a Albert Einstein, a quien consideramos el hombre más inteligente que haya pisado este planeta. No hay más, no hay otro tope.

El científico calculó más de un millón de jugadas (combinaciones) posibles en un juego de nueve entradas. He ahí el porqué apasiona y crea magia en quienes pueden hacer un par de movimientos de ajedrez en el tablero conocido como diamante.

No es la simplicidad lo que despierta el interés. No es el enfrentamiento físico directo (como el boxeo, que también me fascina) lo que hace que se despierten las pasiones… es la actividad cerebral.

Si deseo disfrutar de un deporte que me haga gritar, pero no me encienda el cerebro, nada como otro Clásico, aunque pierdan mis Águilas. Pero si deseo tener un goce pleno, es momento de cantar “take me out to the ball game…

Ojalá todos los meses fueran octubre…

jueves, 23 de abril de 2009

el clásico comentario

Es clásico el wey que te dice que el futbol es para nacos, para iletrados o de plano para tarados. También lo es el “erudito” que opina que la inversión en cualquier cosa que tenga que ver con deportes es un tiradero de dinero o el que dice que es una táctica dilatoria para darle atole con el dedo al pueblo y que bla, bla, bla...

Por otro lado tenemos al clásico que opina que los futbolistas son incapaces de aprender a leer y escribir, que son todos una bola de ignorantes que sólo pueden patear una pelotita (por cierto, quisiera yo ver a esos criticones pateando como Roberto Carlos, Ronaldinho o el Tuca).

Afortunadamente hay dignas excepciones que sacan la casta por ambos lados.

En cuanto a futbolistas, me quedo con dos ejemplos. En el terreno nacional Félix Fernández, ese que fuera emblemático portero del Atlante (si, del que fue campeón en el ’92 contra los Rayados, ahórrense sus comentarios) y que más allá del arco es egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, pedagogo él. Independientemente de que su hermana sea una reconocida académica de la comunicación en nuestro país (y me refiero a Fátima Fernández Christlieb) Félix tiene una importante capacidad de expresión. Recuerdo haberle leído muy buenos artículos en Proceso y más adelante columnas en el Reforma, además de muy bien escritas, con una pulcra redacción, coherentes y profundos. De hecho mucho, pero mucho mejores que los de varios de esos que hoy se dicen periodistas y escriben sin pies ni cabeza.

Otro caso, que me lleva irremediablemente a los hombres de letras amantes del fútbol, es Jorge Valdano. Yo creo que nadie criticará su talento como futbolista y seguramente por ahí habrán leído sus colaboraciones mediáticas. Pero lo que a mí me sorprendió gratamente fue su capacidad literaria.

Hace algunos años, el señor se aventó el detalle de reunir a varios escritores en torno al fútbol, en una recopilación llamada tal cual “Cuentos de Futbol” (ed. Alfaguara, 1998). Figuran autores como Alfredo Bryce Echenique, Mario Benedetti, Juan Villoro (al que un día le perdonaré su tarugada sobre las RP’s) y otros varios que de momento no recuerdo, pero que creo que nadie se atrevería a llamar iletrados, ignorantes o nacos.

Para muestra un botón. Acá les dejo mi cuento favorito de ese libro, de la autoría del propio Valdano y titulado “Creo vieja, que tu hijo la cagó”.

PD también es clásico lo de quejarse sin aportar, así que a todo ese pasaje que ha reclamado la ausencia, se vale proponer rutas por las que quieran que pase el micro.

miércoles, 22 de abril de 2009

Cláaaaaaaaaaaaaaaaaasico.

Pues les decía que andaba rolando en el microbus en busca de pasaje porque ya no sabía si andaba de a solapa o acompañado. De pronto se me suben los pasajeros y luego nomás así como así se desaparecen. Al no saber si era espejismo o fantasma y entre lo que son peras o son manzanas, pus decidí aplicar la filosófica de "pus más vale solo, que mal acompañado".

Les he de platicar que cuando uno anda de a solitario, la neta en este negocio de la microbusiada no hay pena alguna. Un buen microbusero sabe siempre que "la soledad es siempre pasajera" y por eso el poder de la sabrosura lo acompaña a donde uno vaya.

Y pus por eso compas, que prendo el radio a todo volumen y el poder de la sabrosura me acompaño en mi camino con esto que dice... ¡goza!, ¡goza!, ¡gooooooooooooooza!


¡Pus qué!, ¿a poco no hay nada más clásico en un micro que una cumbia a todo volumen?

Nos vemos en nuestro próximo episodio, a ver si a la que sigue ahora si cae pasaje.

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Nota: Para amachinar sabroso el tema de clásico, les dejamos un clásicazo de la cumbia. "El baile del mirlo" mejor conocida internacionalmente como "La cumbia de los pajaritos" en un crosover en vivo con "La danza del petrolero". Por si fuera poco chequen a esa reina que... ¡uta, cómo lo mueve y lo bate! ¡Sabrrrrrrotzzzzza!

lunes, 20 de abril de 2009

El mejor clásico

Cuando se definió el tema de la semana pensé rápidamente en el partido de soccer que acababa de terminar. Pero ¿qué podría decir de él?. Las Águilas perdieron y con las Chivas... así que de eso no tenía mayores comentarios...

Luego me puse a pensar cuál había sido el mejor clásico que yo hubiera visto y lo recordé...

Y se los dejo para que rían un poco....






Buenos días pasaje y aquí estamos, dándole pa sacar pa la cheve del finde....

sábado, 18 de abril de 2009

Abandonos…



Esta sensación es de las pocas que no se recomienda a nadie, algo parecido al hambre, porque sabes que por ahí, en algún lugar, hay comida pero no más no la puedes tener frente a ti y saborearla.

Últimamente tanto en la ruta, como en muchas otras cosas he sentido ese abandono. Perdón dije que no iba a pasar y ahí está de nuevo el microbús parado desde el lunes… por eso lo agarro hoy, en otro día, porque estoy cansada de esperar y creo que ustedes queridos usuarios también y es tiempo de que alguien reaccione.

Disculpa pública por esos abandonos, por hacerlos caminar a pie y entre tanto policía ahora que llegó Obama y sobre todo gracias por estar ahí.

Demandado

La notificación de que había sido demandado llegó de la nada. “Abandono de trabajo”, decía en la parte alta de hoja. No lo podía creer. Era la primera vez en la historia del país, que se daba algo así.

Debía haber un error. No había abandonado su trabajo nunca. Revisó las bitácoras, pues afirmaba ser quien más días de trabajo tenía, y así fue, sin embargo descubrió algo.

No por ser el que más había trabajado significaba que no había faltado. Ahí estaba el registro, con tinta roja: Una falta.

No por una falta me van a decir que abandoné mi trabajo, pensó.

Pero en efecto, por una falta, había sido demandado. Hay personas que faltan más, y nadie les dice nada. Sí, pero justifican su ausencia, la anuncian, piden permiso. Sus preguntas eran respondidas por él mismo.

Los nervios le golpearon, sintió preocupación, después vergüenza. Había fallado. Tomó la corbata del retrovisor, la anudó cuidando la simetría y fue directo al juzgado.

Luego de tres horas de explicar sus puntos, el veredicto: Culpable.

Su condena, poner más atención en su ruta y en su pasaje. Sonrió, esa no era una condena, sino un premio; seguía con trabajo, y justo el que le gustaba. Pero había más, tenía que hacer que las rutas salieran diario… algo tendría que hacer para lograrlo… afortunadamente, contaba con un gran chalán.

jueves, 16 de abril de 2009

La base era un pueblo fantasma.

Era una mañana de miércoles en el patio donde guardamos las unidades. Se me hizo bien raro que no estuviera ahí el señor checador de las corridas y que pues francamente tampoco hubiera pasaje esperando. Le di jale al micro para empezar a rolar por estas calles en busca de pasaje (y de nuevas aventuras). Me puse en la parada esperando a que cayera alguien a quién llevar.

Neta que era bien raro eso de que no hubiera ni un solo cristiano por ahí, o sea, pus no era fin de semana, la semana santa ya había pasado y pus no era una hora como para que la gente ya empezara a escasear en la parada, pero pus bueno, ahí estaba haciendo tiempo, a ver que caía. Y pus nomás nada.

Así estuve esperando como dos horas cuando se acercó un anciano al cual le dije: ¡súbale hay lugares! Me dijo: ¿No vamos a esperar a nadie más verdad? - ¡Nooooooooo Don!, ya nos vamos, nomás estaba haciendo tiempo pero pus no hay pasaje y no veo ni a otros microbuseros ni a nadie.

Me dijo: Este lugar poco a poco se está volviendo un pueblo fantasma, ya casi no vienen las vueltas del microbús por acá, dicen que unos conductores han encontrado otras chambas mejores que esta y pus lo han dejado en segundo plano, otros como que ya les dio flojera porque pues no hay como que mucho seguimiento a la ruta. Luego la indecisión si que la ruta debía tomar unas calles u otras y pues eso ha hecho que poco a poco mermen las personas.

- No pus está medio cabrón. De hecho no se crea, yo también luego no le he metido a la ruta, me conseguí una chambita por fuera y pues me doy vueltas extemporáneas o a veces ni la vuelta me doy. Yo creo ha de ser eso Don, que pus las otras chambas absorben harto tiempo y ya no hay chance darse un rol por acá. ¿Dónde me dijo que se bajaba?... ¿Don?, ¡a cabrón!

Cuando voltié para cobrarle el pasaje el Don ya no estaba. Nomás puse el radio y seguí mi camino. En el radio sonaba:


Pa' mi que el Don era una alucinación de esas que te hace ver la calor cuando está muy canija. ¿O ustedes que creen?

sábado, 11 de abril de 2009

Un buen oficio


Tema de la semana: Trabajo

Manejar del sur de la ciudadmasgrandeybelladelmundo a Aguascalientes en cuatro horas y 20 minutos para llegar a mi trabajo demuestra el amor que le tengo.

Este viernes fue lo que hice. Y no es para menos. Para mí, el oficio con el cual me gano la vida cuando no estoy detrás del volante del micro, es algo tan habitual y placentero como comer.

No importan las horas de entrada ni las de salida… si pasaré un día fuera de casa o 10 meses fuera del país. Si hay que manejar cientos de kilómetros o volar por días.

Simplemente no entiendo a aquellos que lloran por no ver a su familia por estar trabajando. Me dan ganas de golpearlos, decirles que no sean mariquitas y que se comporten como hombres, que están ahí para ganar los ameros con los que su familia come, y que si no les gusta, pues que renuncien y se vayan a casa.

No quiere decir que no los recuerde… lo hago, pero entiendo que el trabajo, al menos el que escogí, es sagrado.

Una vez desperté en una habitación de hotel sumamente sobresaltado. Mi compañero de cuarto y de profesión se dio cuenta y me preguntó qué tenía.

-- ¿Dónde estamos?

-- En el cuarto, ¿estás bien?

-- Ya sé que en el cuarto y es un Hilton, todos son iguales, y ya sé que estamos de gira, pero ¿qué ciudad es? ¿qué carrera es?

-- Chicago wey, es Chicago…

-- Gracias… creí que era Wisconsin…

-- No esa es la que sigue… mañana nos dicen si volamos directo o regresamos a cambiar maletas… ya duérmete wey…

Y me dormí, sin darle más importancia; él tampoco lo hizo. No le causó extrañeza… tal vez él lo había sufrido antes.

Ese es nuestro trabajo… y lo amamos. No sólo es el que escogí, sino el que traigo en la sangre… lo que sé hacer.

Así que me retiro, que me voy a la pista… sí, a “trabajar”.

jueves, 9 de abril de 2009

Chalaneando extenporáneamente.

Me tocaba sacar la unidad el miércoles pero por sacar una chamba que nada tiene que ver con la conducida y sí mucho con otras ondas lo dejé en la pensión. Eso no quita que hay que sacar pa' la chuleta en la chafireteada.

Si bien ya son vacaciones de santa semana y el tráfico está requetechicles bomba para meterle a fondo al acelerador hay que aclarar que pus así que digas que tanto pasaje ahí pus no.

Andábamos ya en esas dispuestos para sacar lo de las refacciones que le bajaron el otro día a la unidad cuando, como les decía el pasaje andaba flojeando. En una esquina se subió un tipo acongojado, me pagó su respectivo pasaje y todo, pero para variar me agarró confianza.

Ya en la plática de pronto me contó que estaba a punto de casarse y que aunque la mayoría de las cosas las había pagado de padrinazo, pues como que no le alcanzaba pa'l bododrrio. Para empeorar la situación lo habían quitado de la chamba por recorte de personal y pus nomás no veía cómo. Que de ésto le había platicado a su suegro pa' que le hiciera el aliviane pero pus que niguas. Y de pronto la conversación agarró ritmo y sabrosura, platicándome...


Apenas se va a matrimoniar y ya trae broncas de chamba y de lana, pobre carnal. Se bajó todo tristón en una de esas tiendas que somo como bancos y que te prestan varo en apuros. Ya nomás me quedó decir: Tsssssss...

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Una disculpa queridos lectores, afortunadamente la chamba no me ha dejado postiar como se debe, pero de que el compromiso está, ¡está!

más de cien mentiras

No sé que hay en el aire que se siente un cierto desencanto generalizado. Hasta al micro le andan rechinando los frenos y tronando los cambios.

Ya nuestra muy querida operadora de los lunes se desahogó con el pasaje, el de los martes… bueno ese trae una ilusión que lo tiene en las nubes (ha de ser la excepción que confirma la regla) y hasta el chalán de los miércoles se nos perdió.

Total que dado el ambiente, al que confieso que tampoco soy ajena, se me ocurrió ponerme a pensar en las cosas que, en los peores momentos, son capaces de arrancarnos una sonrisa, levantarnos de la cama y pensar que al final todo vale la pena.

Joaquín Sabina hace un largo recuento de lo que él llama “más de cien palabras, más de cien motivos, para no cortarse de tajo las venas. Más de cien mentiras que valen la pena”. No sé si sean mentiras, tal vez son nimiedades, y prometo no llegar a las 100 porque no hay ruta que aguante… pero acá algunas de esas cosas que para mí, valen la pena:

  • Los amigos, los de verdad. Esos que se convierten en la familia que tú eliges y no la que te tocó. Los que igual no ves en meses o años, pero aparecen en el momento preciso. Con los que vas a echar una chela, a ver el futbol, de viaje o nada más te mandas un mensajito con una mentada de madre que, en el fondo, sabes que se traduce en un inmenso cariño
  • Una buena taza de café. Aromático, calientito, recién preparado. Si se puede tomar todavía en pijama y descalzo aún mejor. Es un elixir que parece abrir los horizontes y las neuronas
  • Un libro. En un parque, un cómodo sillón, una banca o una terraza. Donde sea porque al final, te va a trasladar a otro mundo, otra época, otra historia
  • Una cámara fotográfica y cualquier horizonte. La posibilidad de fragmentar la realidad en pequeños cuadros, que digan sólo eso que queremos ver. ¿Se han fijado que un mismo encuadre, retratado por dos fotógrafos, puede decir cosas muy distintas?
  • Un buen auto y una larga carretera. Una muy variada selección musical y horas de trayecto. Puede ser con un claro destino o sin él. Sólo por el gusto de sentir la libertad y el poder de decidir hasta dónde llegar
  • La adrenalina que acompaña a cualquier deporte. Puede ser el desahogo de rematar un balón con toda la fuerza mientras te sostienes en el aire. O el verlo estrellarse en la red al fondo de una portería mientras el arquero lo mira con desesperación. O el grito en los audífonos de “¡verde!” que marca el inicio de una carrera en la pista, hasta un rebase espectacular en los últimos metros antes de ver la bandera a cuadros
  • Viajar. Por gusto, por trabajo, por obligación. Solo o acompañado, con amigos o colegas. Cambiar de aires, conocer otras formas de vida, otras culturas. Extrañar tu regadera o tu cama y volver a ellas como si fueran la tierra prometida
  • Un abrazo. Y sobre todo lo reconfortante que resulta después de un trago amargo, viniendo de esa persona, que puede hacer que todo parezca mejor. Claro… los abrazos colectivos y los fraternales también tienen una especial dosis curativa

La verdad es que así le podríamos seguir, lo cual me hace pensar que al final hay tantas cosas que valen la pena, que nunca sobra un esfuerzo adicional por levantarse y seguir adelante.

Querido pasaje (y compañeros operadores) espero que en los próximos días “de recogimiento” encuentren estas y muchas otras cosas que les dibujen una sonrisa en el rostro y que les ayuden a darle pa’lante.

lunes, 6 de abril de 2009

Se nos murió el amor...

¿Les ha pasado que lo que más les gustaba hacer perdió la magia? A mi si y me está causando un gran conflicto.

Porque pensar en la crisis, me ha impedido mandar al carajo a ciertas personas que con su actitud hicieron que lo bonito de mi trabajo se muriera y con eso, las ganas de seguir en este lugar.

Por eso no he podido subir al volante del microbús, por políticas que ahora solamente invaden mi cabeza y me atosigan de un trabajo que no me gusta hacer y en el que me tienen a fuerzas, así literalmente según lo marcan las disposiciones de mi contrato, según me dijeron…

Ojalá que pronto pueda decidir (dinero vs tranquilidad)… y si ustedes tienen un consejo, bienvenido porque esto es algo parecido al infierno…



Y finalmente y no por eso menos importante, una gran disculpa por todo el gremio… Tal vez el trabajo o simplemente la falta de tiempo han impedido que estemos dándole al Micro… pero eso no volverá a pasar…