De ahí que eso de sentir “mariposas en el estómago” pues no vaya mucho conmigo, en todo caso prefiero decir que “me baila un gusano en la tripa” que al final es casi lo mismo.
La otra parte del asunto es que por alguna razón todo mundo asocia esa sensación con el absurdo estado de enamoramiento, que tiene otros efectos como el de poner cara de borrego a medio morir, sonreír ante las más inverosímiles situaciones e ir por la vida medio amensado.
Pero ahí les van otros momentos en los que, al menos a mí, me bailan gusanos en la tripa (y por cierto, no todos gratos).
- Al subir a un avión. Desde que estoy en la sala de espera hasta que me bajo en el destino. Peor aún cuando empiezan las tarugadas de bolsas de aire y turbulencias. Créanme que no me hace la menor gracia
- Cuando descubro que la regué… generalmente en cuestiones laborales pero no de manera exclusiva. Siento que se abre un boquete en mis entrañas y aparece no un gusano sino todo un basilisco. Afortunadamente sucede poco
- Cuando me hacen subir a cualquier sitio alto, más allá de un sexto o séptimo piso. El asunto es casi como con los aviones… si la conclusión es correcta, lo que no me gusta son las alturas
- ¡Al planear las vacaciones! Y no es que la sensación me dure necesariamente todo el viaje, pero la emoción previa de seleccionar el destino, hacer el itinerario, empacar, planear, etc., me emociona muchísimo
- Cuando juega mi equipo, casi en cualquier deporte. Ya sea para bien cuando anotan a favor o para mal cuando es en contra. Ni qué decir cuando se les ocurre perder un partido importante. Por cierto, de los peores ataques de bichos en la panza los he sentido en los últimos 10 ó 15 minutos de partidos como el México vs. Holanda en el mundial de Francia o en la serie de penales contra Bulgaria en Estados Unidos
- Los minutos previos a que el auto #20 de NASCAR México salga a la pista y todo el tiempo que dura en ella. Esa es una de las emociones que más disfruto y que en ningún lugar se siente como en los pits
Y ¿han sentido las mariposas, gusanos o escarabajos en un micro rebasando en Viaducto? ¡¡¡Pues súbale que le vamos a acelerar!!!
1 comentario:
En mi experiencia, la última vez que sentí mariposas en el estómago fue hace muchos años, en una fiesta, mientras me confesaban que me habían puesto una cornamenta –ojo, no fueron cuernitos- y describían en que momento y como sucedió. Durante meses, mientras asimilaba lo sucedido, sentí las malditas mariposas revolotear en el estómago, subir hacia el esófago y atorarse en la garganta.
Desde entonces decidí que las mariposas ya no jugarían en mi estómago.
Ahora, prefiero decir que tengo “cosquillas en el estómago” cuando siento alguna especie de nerviosismo / expectativa / ansiedad que sé que me llevará a algo positivo. Son “calambres en el estómago” si se trata de un sentimiento similar que me puede llevar a algo negativo.
Por ejemplo, a mi también me dan “calambres en el estómago” cuando despega el avión y mientras trato de analizar todos sus sonidos mientras está en el aire.
Me han dado “cosquillas en el estómago” minutos antes de que naciera mi bebé; mientras abro una botella de vino y lo saboreo; cuando estoy esperando a mi grupo favorito mientras sale al escenario.
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