jueves, 22 de enero de 2009

sueños que nos meten en líos

¿Nunca han soñado algo y al despertar descubren que fue más real de la cuenta?

Está por ejemplo el sujeto que en sus sueños es futbolista profesional y se avienta históricos cotejos en los brazos de Morfeo. Las consecuencias usualmente las sufre quien comparte la cama con el interfecto y amanece con codazos en el rostro, ojos morados, patadas, etc.

Luego tenemos al que es medio sonámbulo, o sólo que su sueño es más profundo que su conciencia. Entonces es capaz de levantarse de la cama, establecer conversaciones, hacer llamadas telefónicas, agendar reuniones, etc. A causa de lo anterior suele dejar plantados a quienes citó o despertar en el coche sin saber cómo llegó ahí.

Probablemente el más incómodo y vergonzoso viene después de consumir líquidos antes de dormir, soñar que uno se levanta de la cama (o de cualquier otro escenario) y se dirige al baño para “aligerar esa carga”. Usualmente a quienes tienen esos sueños los despierta una sensación de cálida humedad inexplicable acompañada de un olor peculiar como de túnel de CU.

En mi caso particular, reconozco que mi subconsciente no se desconecta mucho del consciente, así que tengo sueños recurrentes relacionados con eventos próximos. Sueño por ejemplo que no me entregan mi título de la Universidad porque debo materias (aunque el título cuelga en mi hogar desde hace años), o que tengo una cita importantísima y me encuentro al otro lado de la ciudad, sin auto y en pants, ya en casos graves que se me olvida ir a trabajar y me doy cuenta cuando me buscan a las 12:00 del día y yo sigo en pijama.

Tal vez se burlen, pero una de las situaciones más hilarantes (para los demás) que he vivido, es la de soñar que me levanto, me meto a bañar, me visto y hasta tomo las llaves del coche. Claro que para cuando en efecto abro el ojo es más tarde de lo oportuno y yo sigo en las cobijas.

Peor aún cuando siendo estudiante me quedé dormida en clase. Estratégicamente me ubicaba en la última fila del salón, y ahí ni quien se metiera con mi sueño. Hasta ese día en que la maestra hablaba apasionadamente de la historia de la literatura universal y yo tuve uno de esos sueños en los que caes al vacío. Claro que desperté con un sobresalto tal que todo el mundo me volteó a ver, incluyendo a la docente que interrumpió su brillante exposición. Yo la verdad no entendía nada, hasta que mi vecina me explicó “algo soñaste, porque pegaste un grito”.

Al final me sacaron del salón, francamente ¡qué poco respeto por las pesadillas de los demás!

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