viernes, 23 de enero de 2009

De sueños


Tema: Sueños y pesadillas

Desperté con la frente aperlada y el corazón a más de 100 pulsaciones por segundo. El sueño había sido tan real que aún despierto seguía dentro de la dinámica y volteando a todos lados, para buscarla.

Mis sueños siempre han sido así. Puedo sentir las texturas y recordar los colores (aunque algunos digan que se sueña en blanco y negro). Los olores son más intensos que en la realidad. Es como si todas las sensaciones estuvieran aumentadas… al cubo.

Hay días en los que –incluso-- tarareo por horas la canción que fue parte del sueño. Es peor cuando es una pesadilla, pues mi cerebro se involucra más que de costumbre.

Con los sueños siempre hay algo de mí que sabe que son eso, sueños, e incluso a veces puedo alterar, a conveniencia, el rumbo de la historia. Con las pesadillas me siento como un espectador.

Cuando niño tenía ese sueño. Clavaba una y otra vez los spikes mientras giraba los talones y movía los dedos de las manos apretando fuerte el bate. Era como una película, pues había dirección de cámaras… close up a las guantaletas… corte al casco y una mano acomodándolo… corte al pitcher que tomaba la pelota por las costuras… corte a la mascota del catcher… corte al bate comenzando a moverse (en cámara lenta) y haciendo contacto con la pelota.

Contrapicada y la pelota volando hasta vencer la barda del Yankee Stadium… corte a cámara fija y el McCoy corriendo el diamante con el brazo en alto mientras los Yankees salían del dugout a esperar a que pisara el home para festejar el triunfo del séptimo juego de la Serie Mundial.

Aunque tiene años que ya no se presenta ese sueño.

Últimamente he soñado con ella. Con esa tarde/noche en la que recargó su cabeza en mi hombro mientras veíamos la lap en ese café. Sus ojos llenos de brillo y esa sonrisa acompañada de un “¡McCoy!” para que ya no continuara la broma.

Sueño que deja su carro en el estacionamiento y que, por vez primera, quiere compartir el viaje en el rompecabezas… y después despierto, aunque no siempre a tiempo para tomar las llaves de ‘la micro’ y sacar lo de la cuenta.


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