Texto: La Cordero*
*La Cordero no se enamora tan fácil. Pero cuando siente mariposas en la panza, primero se desparasita para comprobar que no son lombrices, y luego se deja llevar por el sentimiento.
Porque somos más que un Colectivo...
Solamente dos veces he sentido mariposas en el estómago. La primera fue hace mucho tiempo… tenía tres años. Estábamos en Liga Tranviarios, pues iba a jugar beisbol (sí desde esa edad) y de pronto llegó la sensación de que me revoloteaban decenas de mariposas.
Mis padres no le dieron importancia y pensaron que ese día no quería entrar al diamante, me dormí, y desperté unas horas después, con millones de mariposas tratando de salir.
Luego de un par de visitas al hospital, terminé internado y sin apéndice, aunque con un panda de peluche que me acompañó un par de años más.
La segunda fue cuando iba en secundaria. Tenía que ser amor… seguro era amor. Escuchaba a mis compañeritas platicar que cuando uno se enamora sentía “mariposas en la panza” y eso sentía. Seguro era ella. Se sentaba a mi izquierda y era sumamente hermosa. Sin embargo seguía con las “mariposas” por las tardes, por las noches y los fines de semana que no iba a la escuela... y que no la veía.
La sensación no duró mucho, resulta que tuve una peligrosa y casi mortal infección intestinal que me mandó a la cama por una semana, con inyecciones tres veces al día. Incluso un par de compañeros fueron a casa a visitarme… y a llevarme la tarea.
Y ¿han sentido las mariposas, gusanos o escarabajos en un micro rebasando en Viaducto? ¡¡¡Pues súbale que le vamos a acelerar!!!
Desperté con la frente aperlada y el corazón a más de 100 pulsaciones por segundo. El sueño había sido tan real que aún despierto seguía dentro de la dinámica y volteando a todos lados, para buscarla.
Mis sueños siempre han sido así. Puedo sentir las texturas y recordar los colores (aunque algunos digan que se sueña en blanco y negro). Los olores son más intensos que en la realidad. Es como si todas las sensaciones estuvieran aumentadas… al cubo.
Hay días en los que –incluso-- tarareo por horas la canción que fue parte del sueño. Es peor cuando es una pesadilla, pues mi cerebro se involucra más que de costumbre.
Con los sueños siempre hay algo de mí que sabe que son eso, sueños, e incluso a veces puedo alterar, a conveniencia, el rumbo de la historia. Con las pesadillas me siento como un espectador.
Cuando niño tenía ese sueño. Clavaba una y otra vez los spikes mientras giraba los talones y movía los dedos de las manos apretando fuerte el bate. Era como una película, pues había dirección de cámaras… close up a las guantaletas… corte al casco y una mano acomodándolo… corte al pitcher que tomaba la pelota por las costuras… corte a la mascota del catcher… corte al bate comenzando a moverse (en cámara lenta) y haciendo contacto con la pelota.
Contrapicada y la pelota volando hasta vencer la barda del Yankee Stadium… corte a cámara fija y el McCoy corriendo el diamante con el brazo en alto mientras los Yankees salían del dugout a esperar a que pisara el home para festejar el triunfo del séptimo juego de la Serie Mundial.
Aunque tiene años que ya no se presenta ese sueño.
Últimamente he soñado con ella. Con esa tarde/noche en la que recargó su cabeza en mi hombro mientras veíamos la lap en ese café. Sus ojos llenos de brillo y esa sonrisa acompañada de un “¡McCoy!” para que ya no continuara la broma.
¿Nunca han soñado algo y al despertar descubren que fue más real de la cuenta?
Está por ejemplo el sujeto que en sus sueños es futbolista profesional y se avienta históricos cotejos en los brazos de Morfeo. Las consecuencias usualmente las sufre quien comparte la cama con el interfecto y amanece con codazos en el rostro, ojos morados, patadas, etc.
Luego tenemos al que es medio sonámbulo, o sólo que su sueño es más profundo que su conciencia. Entonces es capaz de levantarse de la cama, establecer conversaciones, hacer llamadas telefónicas, agendar reuniones, etc. A causa de lo anterior suele dejar plantados a quienes citó o despertar en el coche sin saber cómo llegó ahí.
Probablemente el más incómodo y vergonzoso viene después de consumir líquidos antes de dormir, soñar que uno se levanta de la cama (o de cualquier otro escenario) y se dirige al baño para “aligerar esa carga”. Usualmente a quienes tienen esos sueños los despierta una sensación de cálida humedad inexplicable acompañada de un olor peculiar como de túnel de CU.
En mi caso particular, reconozco que mi subconsciente no se desconecta mucho del consciente, así que tengo sueños recurrentes relacionados con eventos próximos. Sueño por ejemplo que no me entregan mi título de la Universidad porque debo materias (aunque el título cuelga en mi hogar desde hace años), o que tengo una cita importantísima y me encuentro al otro lado de la ciudad, sin auto y en pants, ya en casos graves que se me olvida ir a trabajar y me doy cuenta cuando me buscan a las 12:00 del día y yo sigo en pijama.
Tal vez se burlen, pero una de las situaciones más hilarantes (para los demás) que he vivido, es la de soñar que me levanto, me meto a bañar, me visto y hasta tomo las llaves del coche. Claro que para cuando en efecto abro el ojo es más tarde de lo oportuno y yo sigo en las cobijas.
Peor aún cuando siendo estudiante me quedé dormida en clase. Estratégicamente me ubicaba en la última fila del salón, y ahí ni quien se metiera con mi sueño. Hasta ese día en que la maestra hablaba apasionadamente de la historia de la literatura universal y yo tuve uno de esos sueños en los que caes al vacío. Claro que desperté con un sobresalto tal que todo el mundo me volteó a ver, incluyendo a la docente que interrumpió su brillante exposición. Yo la verdad no entendía nada, hasta que mi vecina me explicó “algo soñaste, porque pegaste un grito”.
Al final me sacaron del salón, francamente ¡qué poco respeto por las pesadillas de los demás!
Imposible ser tan ajeno a la fecha en que me toca subirme a la micro y hablar de sueños y pesadillas.
De inicio tenía toda la intención de convertir el micro en un consultorio de terapia (no de esas salas de terapia con final feliz), con un cómodo sofá, un tipo disfrazado de Sigmund Freud y aprovechar para soltar algunas pesadillas infantiles recurrentes que marcaron mi crecimiento y que seguramente tenían alguna razón de ser escondida en lo más perverso, oscuro y recóndito de mi ya de por sí extraño subconsciente. (eso explicaría tantas cosas)
Pero con la manifestación y las calles cerradas que me topé por la cantidad de gente obsesionada con la toma de juramento de Barack Obama en Washinton, era casi imposible hacerme el ajeno y no hablar de los sueños y pesadillas que me provoca el suceso.
Súbale, hoy la micro se pone política y hasta mesa de debate tenemos en el fondo, allá por donde está la bajada.
Si de sueños se trata, pues pongamos los puntos sobres las íes de lo que me da la gana quisiera sucediera.
Mi sueño es que los medios dejen de ensalzar tanto a un prometedor presidente extranjero. Que seamos objetivos y ecuánimes en lo que puede hacer y no y dejen de verlo o retratarlo como un superhéroe mágico.
Quiero que mis amigos gringos (Mei Mei, Patty, Al) tengan un presidente del que se puedan sentir orgullosos, alguien a quien de entrada, no se le pueda señalar de inepto.
Estaría increíble dejar de tener pesadillas en las que mis amigos se quedan sin trabajo por recortes laborales que nunca dejan fuera a los inútiles que no proponen nada al escribir ni al publicar.
Sería un lindo sueño que en México dejáramos de discutir por cosas intrascendentes como el próximo nieto de Luis Miguel e hiciéramos algo porque haya más cultura para más gente.
Otro sueño que traigo es que la gente deje de tener miedo a decir “no sé”. Como si fuese pecado capital admitir que algo se desconoce., que no se entiende. Y más en el ejercicio del periodismo que nos rodea… donde todos lo saben todo, desde el columnista especialista a los editores sin experiencia reporteando incapaces de definir una nota o ver las cosas con perspectiva.
Sueño con que un día, los errores cometidos en el pasado (una vez que aprendimos de ellos, que los enfrentamos, que los aceptamos y nos tiraron al suelo) dejen de cobrarme un pago mínimo diario y me dejen ponerme de pie.
Sueño con no soñar… para en una de esas, tampoco tener pesadillas.
Súbale a su micro.. hoy se vale la reflexión cuasi metafísica… es cuestión de sueños y pesadillas.
Un Buen Asalto
Texto: Marlene Corona Vigoritto*
Ese día Tito fue despedido de su trabajo, no era el mejor de los trabajos, pero le daba su quincena segura con la que compraba su despensa, pagaba su renta, los gastos de su pequeño pero acogedor departamento y hasta podía invitar a Lina su novia de vez en cuando al cine, siempre que fuera en miércoles, por cierto ese día era miércoles e irían a ver esa película de acción, donde mataban a muchos como las que le encantaban. Cuando el Señor Gómez le hizo firmar su renuncia pensó que eso era lo peor que le podía pasar, que equivocado estaba.
Serían las once cuando Tito se dirigió a su depa con su cara de compungido y recién afiliado al club de los desempleados de esta ciudad, cuando llegó al edificio de azulejos azules en la Colonia Álamos notó movimientos inusuales, claro que Tito nunca estaba a esas horas en el edificio así que pensó que era normal, subió las escaleras para encontrarse frente a la puerta de su departamento a Doña Josefa – Titito, pues con la pena pero es que vino Don Tobías y dice que se te acabó el contrato y que como no renovastes pus te vas a tener que ir hoy mismo, me da harta pena Titito, pero pus ya ni modo-, mientras Doña Josefa hablaba, Tito, entró y comenzó a hacer sus maletas, no lo podía creer, perder el trabajo y el depa el mismo día, pero lo consolaba que iba a ver a Lina, se iba a distraer en el cine y ella lo apapacharía. A las 5 en punto llegó por Lina que salió con su colita de caballo perfectamente peinada, su faldita de gamuza y unas botas color vino – te ves preciosa- dijo Tito- ¿nos vamos? – Tenemos que hablar- los enormes ojos avellana de Lina dejaron de brillar – Ya no puedo seguir contigo creo que no te amo… - No había terminado de decirlo cuando Tito caminó hacía el parque con la cabeza baja y visiblemente agitado, no era posible nadie tiene tan mala suerte como para perder el trabajo, la casa y la novia el mismo día, sus pensamientos viajaban de atrás para adelante recorriendo lo sucedido, lo había perdido todo, cuando de pronto sintió un frío extraño en la cintura, y una voz dijo “Arriba las manos”- no es cierto, no puede ser, es lo único que me faltaba, que me asaltaran- volteó hacía el atacante con más incredulidad que miedo y sus pensamientos vagos no lo dejaron obedecer la orden, no levantó las manos, el asaltante forcejeó unos segundos para quitarle la cartera y soltó un tiro que hirió a Tito a la altura del pecho.
Unas horas después despertó Tito en un cuarto de hospital conectado con una aguja al suero, con una mascarilla sobre la boca y con mucho dolor, abrió los ojos y observándolo estaban, el Sr. Gomez, Don Tobías y Lina los tres muy preocupados por su salud. Le devolvieron su trabajo, le renovaron el contrato de arrendamiento y Lina descubrió que tal vez si lo amaba. Tito solo pensó -ese sí que fue un buen asalto, me quitaron la cartera pero me devolvieron mi vida, lo mejor es que en la cartera solo traía 20 pesos.
*Marlene aprendió a actuar que lloraba si le daban una corona de belleza, afortudamente el mundo de las letras la rescató y no es difícil verla escribir en servilletas y hojas de cuaderno cuadriculado en algún café que quede cerca de la Ruta.
¡Arriba las manos!
Texto: Rougite*
Cuando uno lee o escucha esa frase, inevitablemente la relaciona con algún asunto de delincuencia... Yo, lo relaciono directamente con esas escenas peliculeras donde un tipo de gabardina y sombrero pone la pistola en la espalda de su víctima y entonces se avienta la frase célebre.
En mis cortísimos 27 años de vida y viviendo en la zona metropolitana del D.F., tengo la fortuna de formar parte del selectísimo grupo “Nunca me han asaltado”, cosa que debo agradecer a mi suerte y pue’ que a mi ángel de la guarda. (Espero no estar dándole ideas a alguien).
Al margen de mi fortuna, cuando empecé a pensar en cómo abordaría este tema en la micro, me pregunté: ¿Quién chingados dice “arriba las manos” cuando se dispone a atracar a alguien?” Me parece una frase ñoñísima y yo más por las estúpidas correlaciones y lugares comunes en los que caigo. En fin, según me han dicho algunas víctimas, los hampones usan frases más chidas y elaboradas como “’Ora si ya te cargo la chingada”, “No grites o te parto la madre”, “No vayas a hacer una pendejada o te reviento”... Vamos, el uso de la violencia verbal es casi un recurso indispensable para la aquel que delinque. También se me ocurre que los operativos de la policía son un buen pretexto para aplicar el bonito “arriba las manos”.
Ahora bien, como mi primer referencia al tema de esta semana son dos enormes idioteces que seguro el 99% de la gente piensa, pero mi capacidad para torcer las cosas y decir estupideces me ha llevado a pensar en unas cotorras situaciones en las que aplicar el “arriba las manos” (las de uno, las de otro, o de varios) es algo meramente disfrutable.
1.- El concierto será, para mí, la mejor oportunidad de practicar la alzada de manos. Siempre aplica para aplaudir, para mover los brazos de un lado a otro, para marcar con el puño el ritmo o los acordes de una canción. Mi nivel de disfrute conciertero es casi directamente proporcional a la cantidad de tiempo que tenga las manos en alto, recuerdo el último concierto al que fui, cómo no marcar con las manos ese “tara tarara tarara taraaaaaaa” de “Manuel Santillán, El León”. Los Fabulosos Cadillacs saben bien de esto cuando aplican eso de “levanta los brazos mujer, y ponte esta noche a bailar”, ¿cómo no hacerles caso? En fin, el punto de esto es que el gusto de ver a una banda en un escenario, ejecutando para mí, es el pretexto nomber guan por excelencia para tener “arriba las manos”.
2. Aquellos que laboramos en una oficina desde tempranas horas de la mañana, por ahí del medio día (12 o 13 horas) llega ese bonito momento de hartazgo, hueva, sueño, bostezos, distracción y rugidos de panza que indican que la hora de comer se acerca. En momentos así, ¿cómo no aplicar el “arriba las manos” para discutirse un envidiable estiramiento de esos que te hacen sentir que se te van a dislocar los hombros? ‘Ora que si uno lo acompaña de un gran bostezo digno de cualquier revisión dental, la misión de desestrese estará muy bien lograda.
3. El otro uso lúdico que le daría a esta bonita frase tiene sus condiciones y requiere de la interacción con otra persona, que puede ser del mismo sexo o no, “asegún” la preferencia personal... Me refiero al acto de despojarte de tus prendas cubridoras de la mitad superior de tu cuerpecito tuyo de ti cuando se trata de entrarle al disfrute concupisciente.
¿A poco no es bieeeen bonito cuando uno llega el punto de levantar las manitas pa’ que le quiten la blusa, playera, camiseta, sueter, etc, etc, etc? Aunque la actividad tenga sus variantes, quitarse la ropa será siempre un momento que:
a) Pase desapercibido ante la urgencia calenturística del gozo carnal.
b) La armónica fluidez del acto sea interrumpida por la torpeza de uno, otro o ambos dos.
c) Inteligentemente sea usado como un juego más de sensualidad y seducción.
Sea como sea, siempre resultará divertido el jueguito.
Ya me colgué escribiendo babosadas, pero mi compromiso con la comunidad se verá recompensado si la próxima vez que escuchen un “arriba las manos” y no te están asaltando, seas capaz de pensar en cualquier otra estupidez y no tengan referencias comunes como yo.
*Rougite, que siempre está dispuesta a compartir las idioteces que pasan por su cabeza siempre y cuando le proporcionen un pretexto.
Tema: ¡Arriba las manos!
--No quiero, dijo con voz apagada.
--Es que no te estoy preguntando.
--Pero es que… yo no quiero.
--Si no las subes va a ser peor.
--No hace falta que me las pongas, de verdad que no hace falta.
--¡Sube las pinches manos!
Levantó los brazos, lentamente, mientras él colocaba las esposas y la detenía de los tubos que cruzaban el techo de la pequeña y mal iluminada habitación.
--¿Me vas a pegar?
--Sólo si te portas mal.
--Entonces me voy a portar muy mal.
Estaba a punto de arrancarle la blusa, cuando la puerta se abrió de golpe y entró corriendo un niño.
--Papá, ¿por qué tienes amarrada a mi mamá?
--Por nada hijito, solo estábamos jugando… vete a tu cuarto.
Sintió algo frío, muy frío en el cuello. No tenía muy claro si era un afilado metal, la boca de un cañón o sólo la reacción de su cuerpo a la voz que le había susurrado “arriba las manos”.
Estaba muy oscuro, por supuesto no vio ni siquiera una silueta acercarse. Lo extrañó fue que tampoco escuchó ruido alguno, ni una pisada, un eco… nada.
Seguía con la helada sensación en el cuello, mientras se iba desplazando por toda la espalda. Trataba de agudizar los sentidos, buscando identificar si había alguien más, alguien que pudiera intervenir, aunque no necesariamente sería para bien.
Siempre se consideró valiente, lo suficiente como para reaccionar con sangre fría en un momento así, pero las situaciones hipotéticas generalmente no se parecen a la realidad.
Ahora sentía cada músculo tenso, le hormigueaban los brazos y las piernas, no lograba concentrarse en nada, ni en la idea de correr o tirarse al piso, ni en pensar en encarar al misterioso sujeto que estaba a su espalda, ni en defenderse. Cada pensamiento se atropellaba con los demás.
Hacía ya un tiempo que portaba un arma, sin importar las advertencias de todos. En ese momento le retumbaba una en particular “si sacas una pistola, es para usarla… o sales perdiendo”. Poco a poco esa frase empezó a imponerse sobre el resto de sus pensamientos. Sintió la pistola en su costado y se armó de valor.
Un rápido movimiento, un sonido seco y una silueta cayendo al piso.
“¡No mames wey! Era broma” apenas alcanzó a decir su mejor amigo, sangrando en el piso, mientras soltaba el pedazo de fierro con el que le quiso asustar.
“Y todos para abaajoo.. y todos para arriiibaa”, y allá vamos. Obedientes, inocentes. “Levantando las manos, llegando bien arriba, Moviendo la cintura, Un movimiento sexy, ooohh!!... Es el ritmo nuevo que traigo para tiii”, y no importa lo mucho que la cancion pueda ser aborrecida por incontables argumentos muscales y del buen gusto, igual hacemos más que seguir las instrucciones.
Sigo sin dilucidar si es demencia grupal, si lo que llaman conciencia colectiva funciona de manera extraña en estos eventos.
Yo lo único que sé es que cada vez que escucho la frase “arriba las manos”, pienso en bodas, XV años y huateques de ese tipo… quizás está mal mi referencia, pero bueno, la ruta se puso reflexiva cuando alguien subió y pidió que todos levantaran las manos… no fue un asalto, pero algo parecido.
Uno de esos guitarristas-músico-independiente-unplugged que buscan el aplauso del público y lo único que encontró fue un micro poco congestionado al que le gusta escuchar música de adulto contemporáneo.
Lo bajé en la siguiente esquina y hasta le cobré el pasaje.
Eso sí es decir “arriba las manos”… a bailar !!
Tema: Marchas, plantones y manifestaciones.
No tolero las marchas que no se realizan con el puño en alto y la consigna: ‘¡Esta mano sí se ve, esta mano sí se ve!’ o ‘El pueblo unido, jamás será vencido’. Si no hay una pancarta que diga ‘La tierra es de quien la trabaja’, simplemente no es una marcha… es un estorbo.
Y las peores son las marchas que son convocadas por los ‘poderosos’, esas en las cuales se pide ir vestido de ‘blanco Lacoste’ y con sweter amarrado el cuello.
Las marchas deben existir; son igualitarias, nos recuerdan que nosotros somos el poder y que debemos exigir al gobierno que hagan lo que no están haciendo. ‘Queremos solución a nuestra petición’.
Solo las marchas sociales deberían de existir. De lo contrario, están destinadas al fracaso, como la famosa ‘marcha para la paz’, que sirvió, en cambio, para que aumentara la delincuencia en un 17% ese día. O que en plena manifestación se hiciera el pago de un rescate y la entrega del secuestrado.
Además de que detuvieron el tránsito por horas. Y si a eso le sumamos que la ciudadmasgrandeybelladelmundo vive en obras, no terminamos de avanzar.
Si la ciudad fuera un ser humano estaría todo el tiempo en el quirófano. Siempre hay una construcción camino a nuestro destino, lo que hace que haya menos carriles para circular con la micro.
Este video lo tomé mientras iba al taller a que le dieran una checada a la micro. Observen como el pie pasa más tiempo en el freno que en el acelerador, y en las pausas vean el tránsito en pleno Periférico, que se supone, es una vía rápida.
Es increíble la cantidad de juntas que he tenido en el auto. Acúsome que por un buen tiempo mi copiloto era la lap. Y mi mejor aliado una 3G. Esos tiempos han quedado atrás y ahora la cámara de mi celular es la que me entretiene al documentar lo que pasa en las calles.
Si no son los maestros democráticos, son los transportistas, o los estudiantes de la Normal de Tiripetío, los ex braceros o hasta los estudiantes de medicina que están hartos de no tener clases… pero siempre alguien pone el caos en el pueblo.
Mi ciudad, no se caracteriza por tener vías modernas, el tráfico de autos es cada vez mayor y las distancias más largas a causa de lo mismo y ahora agréguenle unas cuantas marchas, bloqueos o manifestaciones… es el infierno.
McCoy me decía el otro día que le daba ternurita que acá en el pueblo se quejaran de las manifestaciones cada tercer día, allá en la capital del mundo mundial son diario pero… tienen más calles!.
Yo no estoy en contra de eso, de que los inconformes se manifiesten y que presionen al gobierno para lograr sus objetivos, pero por qué tenemos que pagar los demás… Yo no manejo ni mi propia vida, menos un automóvil y supongo que los que sí lo hacen deben de sufrir mucho más, por eso propongo la creación de un manifestódromo, asi como en Brasil construyeron un coloso inmenso para bailar samba, pues podemos edificar un recinto en donde los estudiantes, maestros, transportistas, antorchistas y demás, puedan gritar sus cómicas (hasta eso que son re creativos) consignas en contra de todo el mundo, levantar sus campamentos y caminar y caminar a pleno rayo del sol.
Precisamente hoy iniciamos el año con un nuevo bloqueo, los transportistas cerraron una de las principales entradas a la ciudad, y eso originó que todo el pueblo se volviera loco, además de las callecitas cerradas por los vendedores con hartos regalos para que los Reyes Magos encontraran el mejor precio.
El calor era insoportable, y el tiempo avanzaba rápido, no pude llegar a mis citas de trabajo a pesar de que salí con una hora y media de anticipación a la oficina, que en un día sin marchas llego en 15 minutos… y ahí estaban todos, los manifestantes felices rascándose la panza y los automovilistas, usuarios del transporte y transeúntes, vueltos locos a causa del tráfico…
Finalmente nadie dijo nada, algunas palabras altisonantes sonaron y fueron apagadas por el claxon del coche de un lado… pero creo que ya nos estamos acostumbrando…
total a todo se acostumbra uno menos a no comer…
Perdón usuarios, pero la ruta de hoy estuvo en el plantón, gritando bien fuerte "!!queremos solución, a nuestra petición!!, ¡¡aquí estamos y no nos vamos, y si nos sacan nos regresamos!!, pero ya puede subir, aunque sea de regreso a su casa a ver que le traen los Reyes Magos.
Simplemente no quiero ni puedo imaginarme a Juan Pablo II corriendo con las maletas afuera de su casa en Año Nuevo (y creo que vivió unos cuantos). O a Carlos Slim poniéndose calzones amarillos para que le vaya bien en los negocios. O a Jenna Jameson poniéndose tanga roja para que sea un año lleno de sexo… bueno, a ella sí puedo y si me la quiero imaginar.
Pero ese no es el punto, sino lo absurdas y estúpidas que son esas costumbres guiadas por la superstición.
Tampoco es que no crea en nada, pero simplemente me parece inconcebible que el correr con una maleta afuera de casa pueda hacer que viajes mucho todo el año. Nunca lo he hecho y en el Microbus he viajado un poco más que varios que, cada año -como si fuera manda-, lo llevan a cabo.
Sin embargo hay costumbres de Año Nuevo que me gustan y una de ellas es el Recalentado. Te da la oportunidad de estar con la familia y los amigos, y hoy me he dado cuenta que no hay nada más importante que eso. Aquellos que tengan a sus viejos y a sus hermanos saben a lo que me refiero.
Poder estar con ellos y que sepan, sin palabras, que gracias a ellos se puede continuar más fácilmente es lo que hace que todo valga la pena. Y después, con la llegada de los amigos, se presentan las risas y las bromas… y el poder aniquilar esas botellas que sobrevivieron al año viejo.
Hay un par de costumbres más que sigo religiosamente. Las llamadas a las personas que amo, los brindis en honor de mis amigos y un par más… sin embargo, espero jamás decir que en este año nuevo entraré al gimnasio, dejaré de fumar o que ya seré cordial con los usuarios que pagan su pasaje con billetes de 200.
Si alguna vez digo uno de esos clichés, no será por Año Nuevo, sino porque haya algo me haga cambiar de opinión de manera radical, en cualquier época del año.
Y mientras eso pase, favor de pagar con monedas, que no quiero perder más tiempo en el tráfico.
No, no es que sea obsesiva. Es que estoy cumpliendo religiosamente con mis propósitos de año nuevo:
En pocas palabras BULL SHIT!!!
No conozco una sola persona que no jure sobre las uvas al menos uno de los propósitos anteriores, menos aún conozco alguien que en realidad los haya cumplido durante el año.
Lo único a lo que nos llevan estos falsos compromisos es a que al menos durante un par de meses el gimnasio sea intransitable, para esos maniáticos que sí vamos todas las mañanas como parte de una terapia y no de una débil voluntad. Que cuando buscas a alguien para ir a tomar algo un miércoles o jueves que estás a punto de matar al mundo entero no haya quórum, mismo caso cuando quieres ir por unos tacos de “cochi”, pedir una pizza o desayunar una torta de tamal.
Pero la pesadilla empieza desde antes. Para mí los rituales del 31 de diciembre son parte de la diversión pero nada más. Eso sí, las 12 uvas no las perdono, con sus respectivos deseos. Confieso culpablemente que suelo dedicar un par de ellos a mis amigos o familia y sus proyectos (qué quieren, una vez al año me pega lo cursi), pero fuera de eso lo demás me parece sólo como para ver quién puede hacer más tarugadas en el menor tiempo.
Por ejemplo:
Barrer la casa hacia afuera, salir con maletas a la calle, comer lentejas (además qué asco!!), quitarse los calcetines viejos, tirarlos al fuego y ponerse unos nuevos, poner un billete de la mayor denominación posible dentro del zapato, comer las uvas, abrazar a los parientes, enviar y recibir mensajes, tomar una copa de algo espumoso… y otras que de momento se me olvidan.
Sólo para evidenciar lo inútil de estos asuntos, el año pasado fue el primero que no salí a la calle con maletas… también fue el año que más he viajado en mi vida!!! De haber sabido me evitaba el ritual mucho antes.
Como sea, reconozco que me gusta el año nuevo. Me gusta esta sensación de un año nuevecito, con 365 días listos para estrenarse y hacer de ellos lo que queramos.
Después de años de propósitos, voluntades y tradiciones he llegado a una conclusión. La mejor forma de recibir el año es con gente a la que quieres, una buena copa burbujeante en la mano y riendo hasta que te falte el aire.
Yo empiezo este 2009 al volante, eso ya tiene que ser buen augurio.
Bienvenidos a la ruta y lo único que les puedo desear es: sean muy, pero muy felices!!